Tinder de amigas y el ghosteo menos pensado: ¿Qué hacer cuando una amistad no es correspondida? (2024)

¿Hay algo que te arruine más el ego que ser ghosteada por ese chabón con el que saliste dos veces, te encantó, quedaste toooooda ilusionada, y no llamó más, nunca más? Creo que sí. Y es que te ghostee esa amiga a la que amás. Esa que no le pone tanta onda al vínculo con vos, pero no importa, porque la adorás y cada tanto se ven y es una fiesta. Entonces te viene a la mente y le escribís para verla:

-Seeeee daleeeee -te contesta-

-¿El jueves? -le proponés para ser bien concreta y no dar vueltas.

Y desaparece. No responde ni un “no puedo”. No responde nunca más durante días y días, o tal vez para siempre. Inventame algo, no dejes tan en evidencia que no te importo. Cuidame, ¿amiga?. Su desplante te deja confundida… ¿Qué hago? ¿la bloqueo? ¿Borro todas las fotos que tengo con ella en Instagram? ¿La dejo de seguir para que no me aparezcan sus posteos que me dañan y confirman que su vida sigue intacta y que no me contestó simplemente porque soy insignificante para ella? ¿Seré una tóxica exagerada?

Tal vez nunca llegue a descubrir qué le pasa conmigo, porque hay cosas que no tienen una explicación lógica. Y el flechazo entre amigas es una de ellas.

Seguramente alguna vez te pasó: entrás a un nuevo grupo y la ves a ella. Te copa. Si te gustaran las chicas, tal vez te enamorarías un poco, pero es otra cosa, es ganas de querer conocerla más: querer ser tu amiga. Puede ser que a ella le pase lo mismo y haya match de amigas, y vamos carajo todavía. O que no. Que del otro lado, CERO interés. Vos para cuidar tu ego pensás “bueno, tal vez es un poco fría y le cuesta hacerse amigas nuevas” pero tu teoría es insostenible cuando notás cómo lentamente se va haciendo íntima amiga de otra. Recontra amiga de otra. Yo estaba primero, pensás. Pero en los flechazos no hay turnos. Y confirmás aunque duela, que sos vos la que no le interesa.

Qué feo cuando querés ser amiga de alguien y la otra persona no. O peor: le das lo mismo. O peor: Casi que no te registra.

Porque mucho se habla del amor no correspondido. Infinidad de películas, canciones, libros… ¿Y de la amistad no correspondida? Esa que duele, te ilusiona, te deja esperando algo que nunca va a pasar…

A veces te pasa con una persona, y a veces con un grupo entero. Ese que te cae regio, te divierte, te sentís parte, hasta que una tira “chicas vieron la foto que mandó Juli ayer?” Todas se miran. Vos sospechás lo peor. Buscás ilusionada la foto de Juli.

Juli en el grupo casi no escribe nunca… Está confirmado: Estas guachas tienen un paralelo sin mí.... ¿Qué se hace con esa sensación de rechazo?

Gutmann: ¿Qué se hace con ese sentimiento espantoso que nos desvaloriza?

¿Una puede ofenderse o solo hay que aceptar que es así? ¿Qué se hace con ese sentimiento espantoso que nos desvaloriza?

Hace poco me enteré de que hay una “app” que junta gente con intereses en común y te arma una especie de cita para que coman juntas y se conozcan.

Me gusta la idea, soy del team de las que les copa conocer gente nueva, estrenar amigas, hacer nuevas incorporaciones a la trama de mi vida, conocer sus historias de cero, sorprenderme con vidas que no conocía. Además la amistad bien entendida, es más liviana: No exige fidelidad, ni siquiera tenés que hablar ni verte tan seguido con la otra persona. La amistad solo pide tener ganas de compartir un poco con el otro. Y también admito que por supuesto no siempre me pasa: una amiga que me había saturado con su vida loca, y necesitaba dejar de ser su amiga.

Y como en la amistad no es como con una pareja que vos te sentás y decís: “quiero cortar la amistad”. La cosa es más sutil. Se va como “en fade”, con pequeños detalles que van sucediendo, donde la otra persona va notando que la cosa no está siendo recíproca. Entonces no la llamás ni para su cumple (aunque puede que la otra esté tan negada que te diga “¡te olvidaste de mi cumpleaños!”) Y ahí no queda otra que ser bien clara -y dura-, y confesar “No quiero ser más tu amiga” como cantaba Marco Antonio Solís. Aunque duela. La responsabilidad afectiva muchas veces es incómoda, pero ahorra mucho tiempo… Y hay que bancársela.